EL OCASO DE BEETHOVEN, LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL GENIO.
Tal
día como ayer, 26 de marzo de 1827 fallecía Ludwig Van Beethoven.
No se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, ya que su padre
lo presentó públicamente cuando tenía 8 años de edad, pero
probablemente tendría menos edad (unos 2 años). Fue un compositor
bastante próspero, y muy importante entre sus contemporáneos
gozando de mucho prestigio (a diferencia de Mozart, que murió en la
más absoluta pobreza y fue enterrado en una fosa común).
Su
música es considerada como un punto de inflexión en la historia de
la música, representa la transición del clasicismo al romanticismo.
Es reconocido como uno de los compositores más importantes de la
historia, mencionado como parte de las “Tres Bes” (junto con Bach
y Brahms). Nos ha dejado un vasto legado musical:
- 9 Sinfonías
- 1 Ópera
- 2 Misas
- 3 Cantatas
- 32 Sonatas para piano
- 5 Conciertos para piano
- 1 Concierto para violín
- Triple concierto para violoncello, piano y orquesta
- 16 Cuartetos de cuerda
- Una gran fuga
- 10 Sonatas para violín y piano
- 5 Sonatas para violoncello y piano
- Oberturas, obras de cámara, variaciones sobre canciones populares, bagatelas para piano...
Sus
últimos días fueron más que tortuosos. Desde 1814 (cuando tenía
alrededor de 44 años) se quedaba completamente sordo, hasta tal
punto que mantener una conversación con él era prácticamente
imposible; por ello comenzó a usar trompetillas
(Una
de las trompetillas acústicas que utilizaba Beethoven, realizada en
papel piedra, que se conserva en la casa del músico en
Heiligenstadt, cerca de Viena)
Para
amplificar lo que la gente decía y a comunicarse por escrito a
través de los Cuadernos de Conversaciones. Esto
sordera estaría provocada (según especialistas británicos que han
estudiado post- mortem las enfermedades del maestro) por una
combinación de problemas nerviosos, sumado a la esclerosis ósea que
afectó a los huesos del oído. Ésta pérdida de audición influyó
enormemente en su carácter, en su autoestima y le indujo a beber en
mayor cantidad.
A
todo ello hay que añadir que a partir de 1792 (a los 22 años de
edad) comenzó con sus interminables problemas intestinales. Tenía
eso que llamaban “una mala salud de hierro” ya que nunca hizo
nada por preservarla, sufriendo graves catarros, intensos dolores de
cabeza, además de problemas de vista que le llevaron a usar
anteojos; y una artritis progresiva. La cirrosis atacó severamente
el hígado, ya que en ningún momento supo prescindir de su
mencionada afición a los vinos; lo que derivó en una pancreatitis
crónica. Todos estos factores fueron minando poco a poco su
equilibrio emocional lo que explicaría sus frecuentes arrebatos de
cólera que salpican toda su existencia.
En
marzo de 1827 el doctor Wawruch es llamado de urgencia y le
diagnostica una neumonía severa y le ordena quedarse en cama.
Finalmente el maestro fallece el 26 de marzo a causa de un fallo
hepático.
LA
TORMENTA
El
26 de marzo junto a él se encontraban su cuñada y Hüttenbrenner
quien mitifica el instante de su muerte, defendiendo que con el
trueno recuperó durante unos instantes la audición:
“Permaneció
tumbado, sin conocimiento, desde las tres de la tarde hasta las cinco
pasadas. De repente hubo un relampago, acompañado de un violento
trueno, y la habitación del moribundo quedó iluminada por una luz
cegadora. Tras este repentino fenómeno, Beethoven abrió los ojos,
levantó la mano derecha y miró hacia arriba, con el puño cerrado y
una expresión amenazadora, como si tratara de decir: ¡Potencias
hostiles, os desafío! ¡Dios está conmigo!. Cuando dejó caer de
nuevo la mano sobre la cama, sus ojos estaban ya cerrados. Yo tenía
mi mano detrás de su cabeza. No hubo más respiros ni latidos de su
corazón”
Según
los cronistas más generosos de la época, a su entierro acudieron
más de 20.000 personas. Escuelas y comercios cerraron.
(Acuarela
del artista Franz Xaver Stöber, donde está representado el entierro
de Beethoven. Se encuentra en la Casa Museo de Beethoven)
A
su multitudinario entierro fue el músico-compositor Franz
Scubert. Una banda de
metales ejecutó los Dos Iguales para Trombón W. 30,
que el músico había compuesto en 1812. Alrededor de su féretro se
encontraban sus amigos más íntimos, como el poeta Schindler. Unos
momentos antes de entrar en el campo santo (donde no se permitía la
realización de actos públicos en su interior) el poeta Grillpazer
pronunció un solemne discurso con el que selló la vida del
compositor:
“Las
espinas de la vida hieren profundamente, pero, cuál náufrago que se
aferra a la orilla, él se lanzó a tus brazos, hermana sublime de la
bondad y de la verdad, consoladora del dolor, oh Arte, que bajas de
lo alto... Fue todo un artista; y ¿Quien es digno de ser colocado
junto a él? Desde el arrullo de la paloma hasta el borboteo de la
tempestad, desde el empleo sutil de sabios artificios hasta ese
tremendo límite en que la cultura se pierde en el caos de las
tumultuosas fuerzas de la naturaleza, él pasó por doquier, todo lo
sintió. Quien venga tras él no continuará; deberá volver a
empezar, pues este precursor ha terminado su obra allí donde
terminan los límites del arte”
Tumba de Beethoven en el Cementerio de Zentralfrield de Viena
L.
Valverde