La música no constituye algo aparte, sino que se halla en el centro mismo de las cosas. De hecho, no es tanto un "algo", sino un modo de conocer el mundo; un modo de ser nosotros mismos.

Nicholas Cook

domingo, 4 de agosto de 2013

LA GUERRA DE LA AFINACIÓN

Cuando vamos a escuchar algún concierto podemos observar que las orquestas clásicas afinan con esta nota:

            Se trata de la nota conocida como “La Patrón” o “La 4” que se ubica en el segundo espacio en clave de Sol. Este sonido es aceptado mundialmente como patrón de afinación y su frecuencia ha sido muy variable a lo largo del tiempo.
            Durante el s. XVI Michael Praetorius rechazó varias medidas estándar de afinación que estuvieran por encima de los 480 Hz. Ya que se rompían las cuerdas más agudas del violín que eran las más frágiles; porque no soportaban tanta tensión, puesto que en esta época las cuerdas se hacían con tripas de animal.
            Ya en el s. XVII el desorden en lo referente a la afinación era tal, que se afinaba  a distinta altura según se tratara de música sagrada (Chorton) o música profana (Kammerton). Un siglo más tarde, algunos teóricos van tomando conciencia poco a poco de las dificultades creadas por esta situación y proponen algunas soluciones, pero que no serían aceptadas hasta el s. XIX. Destacar la figura de Marsenne a quien se le atribuye el honor de haber sido el primero que planteó el problema. Su obra más importante en este sentido fue “De los Movimientos y del Sonido de las Cuerdas”, aunque no tuvo mucho éxito entre los músicos de la época. En él hace referencia al tono de capilla como algo fijo, dándole cierto papel normalizador.
            La verdadera toma de conciencia del problema se produce en el 1812 y la primera medida de normalización llega de la mano de Sarrete (Director del Conservatorio de París), quien fijó el diapasón de estudios del Conservatorio.

Diapasón: Dispositivo metálico (normalmente de acero) en forma de horquilla utilizado como referencia para la afinación, proporcionando normalmente el “La Patrón”.
            Más tarde, en 1827 Fetis (compositor, profesor y musicólogo belga) pidió que se hiciera un diapasón europeo: “Se ha manifestado a menudo el deseo de que existiese un solo diapasón para toda Europa y, en efecto, sería necesario para que la música conserve el carácter que cada compositor ha querido imprimir a sus obras”.
            La respuesta es rápida puesto que el I Congreso Internacional de Físicos se celebra en Stuttgart en 1834, donde se adopta la frecuencia de 440 Hz
           Distintos países empiezan a tomar conciencia del problema de la afinación, así el Gobierno Francés dispone en 1858 un decreto fijando el diapasón en 435 Hz. El diapasón patrón de horquilla depositado en el Conservatorio de París daba 435 Hz. A 15 grados centígrados y no se podían vender en el comercio más que diapasones de horquilla verificados con el diapasón patrón y marcados con el control de sello oval.
            El diapasón francés es bien acogido en Europa y el Congreso Internacional de Viena de 1885 adopta la frecuencia de dicho diapasón. Sólo Gran Bretaña se mantuvo fuera de esa normalización.
            En 1939 una nueva conferencia internacional se lleva a cabo en Londres y se fija la frecuencia patrón en 440 Hz. La norma actual ha sido definida por L´International Stander Organisation (ISO) y la fija en 440 Hz.
            A pesar de esto, el problema subsiste y son numerosas las reuniones, congresos, simposios donde el problema se sigue debatiendo. En este sentido destacar el proyecto de ley italiano de 1983 para afinar orquestas. Una nota de prensa del día 17 de abril de aquel año decía lo siguiente: “Una docena de diputados, pertenecientes a nueve partidos presentaron ayer un proyecto de ley para normalizar la entonación de todos los instrumentos musicales. Los parlamentarios, indignados por la engañosa búsqueda de brillantez que está pulverizando las gargantas de los mejores cantantes, proponen que se disminuya a 440Hz, la frecuencia del LA del diapasón utilizado para afinar orquestas: la frecuencia actual, calculada en unos 450Hz. No sólo atrofia ilustres cuerdas vocales, sino que deforma la originalidad de las obras. Se recuerda como María Callas, Mario del Mónaco o Renata Tebaldi exigía en sus contactos que las orquestas respetaran el nivel justo de afinación.

Calvo Manzano, Antonio: “Acústica Físico-Musical”, 4 Edición, Madrid, Real Musical, 2004. Pags: 169- 171.

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